La práctica profesional reflexiva y la producción de conocimiento

Luces y sombras de la educación durante la pandemia de Covid 19

Resumen de la Ponencia:

Introducción:

La pandemia de Covid 19 implosionó repentinamente durante los primeros meses del año
2021, sobre una humanidad distraída por la cotidianidad. Arrasó con presupuestos e ideas
previas. La continuidad educativa de la población en etapa estudiantil representó un reto
a nivel mundial; los avances tecnológicos referidos a la comunicación
mediada permitieron sostener las conversaciones a distancia (Igarza, 2021) entre los
alumnos y los docentes. Al mismo tiempo, se producía una desmaterialización de los
espacios físicos que pasaron a ser aulas virtuales. El encuentro sincrónico de los
protagonistas permitió que se trabajara conjuntamente en espacios diferentes, con una
masividad como nunca antes había sucedido.
Durante los momentos sincrónicos, la comunidad educativa intentó recuperar una
normalidad que se había escapado de control. Sin embargo, aun cuando se respetara la
sincronicidad de los encuentros virtuales, la falta de presencialidad física socavó los
modos de comunicarse y el mundo educativo anterior no pudo ser replicado más que en
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algunas conductas superficiales tales como tomar lista o regirse por el modelo de clase
expositiva.
Por lo pronto, la percepción psicológica del tiempo no tiene la misma densidad en el aula
física que durante la presencia en el aula virtual: no es posible sostener la atención de los
estudiantes durante el mismo lapso temporal que durante la presencialidad; la posición de
sentado, la mirada fija en el monitor, la falta de diálogo en el aula, son obstáculos que
impiden la atención plena. Imposible pensar una clase virtual que abarque tres o cuatro
horas reloj: prontamente, las prácticas educativas tuvieron que combinar la sincronía con
la asincronía y la ¨presencialidad¨ virtual con las clases filmadas o grabadas de antemano.
Hicieron entonces su aparición las plataformas educativas virtuales: estas fueron las que
estructuraron las interacciones orales y escritas, visuales y auditivas de las comunidades
educativas a partir de “presencias imperfectas” (Roberto Igarza, 2021), imágenes
recortadas de cuerpos planos, fragmentados, sin olores ni texturas.
¿Cómo repercutió esta manera imperfecta de la presencialidad mediada en los
aprendizajes y las enseñanzas? ¿Puede ser reemplazada la presencialidad física sin que se
alteren los procedimientos y los resultados pedagógicos, sobre todo bajo circunstancias
no planificadas?

La práctica profesional reflexiva y la producción de conocimiento

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