La práctica profesional reflexiva y la producción de conocimiento

Huellas en el espacio universitario y en las prácticas sociales de la experiencia de la pandemia: cambios en las interacciones y en el proceso de enseñanza/aprendizaje

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Resumen de la Ponencia:

          Ciertos acontecimientos vividos como “excepcionales” han marcado puntos de cesura/quiebre y llevado a inaugurar “nuevas temporalidades”, situación que se puede observar, a la distancia, en la resignificación de ciertos comportamientos o de conductas sociales. Una de estas situaciones fue, sin lugar a duda, el brote del COVID 19; su irrupción generó alteraciones en las prácticas sociales -entre otras, la docente- y, por añadidura, en los espacios o lugares en dónde se desarrollan las mismas. Podemos nombrar, a modo de ejemplo, desde la utilización de plataformas virtuales para el proceso de enseñanza y aprendizaje hasta la inclusión de clases en formatos sincrónicos y asincrónicos.   

        Si bien es cierto que ha transcurrido un tiempo considerable y la gran mayoría de las actividades han retomado la “normalidad” -incluso la Organización Mundial de la Salud ha declarado recientemente el “fin de la pandemia”- esta contingencia ha producido diversas alteraciones que dejaron huellas en el espacio y en las mismas prácticas áulicas. En este trabajo nos proponemos reflexionar sobre las marcas que aún perduran en el paisaje universitario y que, en algunos casos pueden pasar desapercibidas para el común observador. Atender a estos rasgos y ver cómo estos inciden -y se han naturalizado- en las subjetividades es un trabajo que requiere agudizar la mirada Consideramos que su relevamiento es imprescindible en la medida que pueden servir para la reflexión de la práctica docente. Esta presentación es una primera aproximación a la problemática y en la parte final señalamos los pasos que deben completarla.

        Para llevar adelante este ejercicio, nos apropiamos de diferentes herramientas de relevamiento y análisis que nos proponen las ciencias de la educación. Por un lado, recuperamos dos grandes perspectivas que pueden ser enmarcadas dentro de enfoques “constructivistas/deconstructivistas” (Edelstein, 2011): la socio-antropológica -conocida también como etnografía educativa- y, complementariamente, la narrativa de la investigación educativa. En ambos casos la tarea fundamental es tener un registro detallado de todo lo que ocurre en el espacio universitario -y, al interior del aula, particularmente- desnaturalizar las prácticas que se presentan como “normales” y dar cuenta, por lo tanto, de lo que acontece en ese escenario -tanto en lo superficial como en lo oculto-. Para lograr este propósito, se requiere desplazar nuestra mirada, asumir una posición de extrañamiento -en el sentido antropológico de intentar “vaciarse” de cualquier naturalización que obstaculice una buena percepción- y lograr, así, objetivar lo observado; se intenta registrar todo aquello que pueda dar cuenta de ese universo simbólico -o que dé pistas o indicios para el posterior análisis interpretativo (Achilli, 1990)- tanto cuestiones estructurales -como puede ser la ubicación del mobiliario, el pizarrón- como así también huellas imperceptibles – manifestaciones corporales, expresiones no verbales, silencios, entre otras-. Por otra parte, incorporamos los relatos de experiencias pasadas a partir de los recuerdos personales. Este acercamiento, a diferencia de la observación directa en el “presente”, exige cierta predisposición por retrotraerse al pasado que tiende a ser cada vez más borroso a medida que nos alejamos en el tiempo. A su vez está condicionado por experiencias posteriores -por ejemplo, las compañeras manifestaron en sus relatos las dificultades por recordar después de un contexto de clases virtuales- y por la tendencia que uno tiene a (re)elaborar positiva o negativamente esos recuerdos. Las ventajas son, tal vez, que ante la distancia uno puede percibir como operan ciertas naturalizaciones y como se expone en los registros.

        Al tratarse de un trabajo realizado de forma colectiva (entre un docente del área de Ciencias Sociales y dos estudiantes de las carreras de Comunicación Social y de Arquitectura de la Universidad Nacional de Moreno) el desafío es grande porque requiere consensuar criterios, poner en diálogo las miradas, es decir estar abierto a considerar interpretaciones diferentes sobre un mismo fenómeno; pero en ello radica también la fortaleza y la originalidad de un ejercicio de estas características.

La práctica profesional reflexiva y la producción de conocimiento

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